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¿Qué nos distingue?
El Instituto de Oncología de TecSalud se caracteriza por reunir a un equipo multidisciplinario de especialistas dedicados al diagnóstico, tratamiento y cuidado integral de pacientes con cualquier tipo de cáncer.
Contamos con expertos en diversas áreas de la oncología, incluyendo cáncer de tiroides, cáncer de sistema nervioso central, melanoma, leucemia, linfoma, cánceres pediátricos, sarcomas, entre otros.
Una de las principales cualidades de nuestro centro es que estamos conformados por un equipo de alta especialidad en diferentes tipos de cáncer específicos. Nuestros expertos son reconocidos por estar ampliamente entrenados para brindar a cada paciente el cuidado médico más completo y actualizado disponible.
En el Instituto de Oncología, nos enfocamos en proporcionar a nuestros pacientes un abordaje médico completo y multidisciplinario por medio de la cooperación entre expertos en diversas áreas del cáncer. Logramos ofrecer esta atención coordinada a través de la presentación de casos en nuestros “Tumor Boards”. Cada Tumor Board consiste en un grupo integrado por especialistas en cirugía oncológica, oncología médica, radio-oncología, radiología, patología y genética del cáncer, entre otros. Este modelo de trabajo favorece a nuestros pacientes al facilitar la discusión colaborativa de cada caso por los distintos expertos en cáncer del centro, optimizando de esta manera la elaboración del plan de tratamiento ideal de forma personalizada y bajo los más altos estándares científicos.
Nuestro equipo se destaca por brindarte:
- Un entorno de cuidado atento y empático, centrado en tus necesidades de salud
- Tratamiento coordinado por nuestro equipo interconectado de especialistas para facilitar tu proceso de atención médica
- Cuidado por expertos reconocidos por su trayectoria médica y de investigación
- Guía y apoyo especializado en cada etapa de tu tratamiento
- Atención médica bajo estricto control de calidad y seguridad
- Tecnología médica de vanguardia
- Investigaciones médicas bajo los estándares máximos de calidad y ética
Te ofrecemos acceso diferentes programas y servicios especializados:
- Servicio de acompañamiento por psico-oncología
- Servicio de valoración por nutrición clínica
- Programa de atención especializada en cáncer hereditario
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Cáncer de tiroides

Cáncer del sistema nervioso central

Melanoma

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Linfoma

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Cáncer pediátrico
Cáncer de tiroides
El cáncer de tiroides es el cuarto tipo de cáncer más común en México.
Esta enfermedad se desarrolla cuando las células de la tiroides, una glándula localizada en la base del cuello, acumulan errores en su ADN (mutaciones) y comienzan a multiplicarse sin control. Como resultado, las células forman un tumor y pueden tener la capacidad de propagarse a otros órganos. En la mayoría de los casos, se desconoce la causa exacta de estas mutaciones, ya que suelen deberse a la interacción de múltiples factores, como exposición a radiación, estilo de vida y genética, por mencionar algunos.
Existen diferentes tipos de cáncer de tiroides dependiendo del tipo de células en las que se origina. En 8 de cada 10 casos, se clasifica como carcinoma papilar, el cual crece lentamente y es altamente curable. En 1 de cada 10 casos, se trata de carcinoma folicular, el cual suele ser más agresivo y difícil de tratar ya que tiene mayor probabilidad de invadir otros órganos. El resto de los casos consisten en carcinoma medular, carcinoma anaplásico, entre otros.
El cáncer de tiroides es 3 veces más frecuente en mujeres que en hombres y suele afectar principalmente a personas entre 30-60 años.
Los factores de riesgo incluyen:
- Sexo femenino
- Exposición a radioterapia en cabeza o cuello durante la niñez
- Exposición a múltiples radiografías, tomografías computarizadas o PET-CT durante la niñez
- Sobrepeso u obesidad
- Ingesta baja de yodo
- Historia familiar de cáncer tiroides en madre o padre, hermana o hermano, hija o hijo
- Ciertos síndromes hereditarios, como neoplasia endocrina múltiple, poliposis adenomatosa familiar o síndrome de Cowden
La principal estrategia que se puede tomar para reducir el riesgo de cáncer de tiroides consiste en limitar la exposición a radiación en cabeza y cuello, especialmente durante la niñez.
Además, en las personas con historia familiar de cáncer de tiroides la asesoría genética es fundamental, ya que brinda la posibilidad de realizar un estudio genético. En caso de encontrarse alguna mutación en genes que predisponen a cáncer de tiroides, podrían recomendarse estudios de detección temprana específicos o cirugía de tiroides (tiroidectomía profiláctica) para prevenir el cáncer o tratarlo de forma temprana.
En cuanto a la población general, actualmente no se recomienda realizar estudios para la detección temprana del cáncer de tiroides.
La mayoría de los casos de cáncer de tiroides se diagnostican en etapas tempranas, ya sea en exploraciones físicas de rutina, en estudios de imagen realizados por otras razones o debido a que se busca atención médica por presentar signos o síntomas.
Los datos más frecuentes del cáncer de tiroides son:
- Masa o bulto en el cuello
- Hinchazón o inflamación del cuello
- Dolor en la parte frontal del cuello, que puede extenderse a las orejas
- Ronquera o cambios persistentes en la voz
- Dificultad para tragar
- Dificultad para respirar
- Tos persistente que no es causada por gripe
Para confirmar el diagnóstico suelen ser necesarias algunas de las siguientes evaluaciones:
- Exploración física
- Perfil tiroideo – Análisis de sangre que brinda un panorama general sobre la función de la tiroides
- Estudio de captación de yodo radiactivo – Procedimiento que utiliza dosis bajas de yodo radiactivo para generar una imagen de la tiroides y células de la tiroides que pudieron haberse propagado a otras partes del cuerpo, permitiendo detectar anormalidades en la forma de la tiroides y evaluar la extensión del cáncer a otros órganos
- Estudios de imagen (ultrasonido, tomografía computarizada, resonancia magnética, PET-CT) – Ayudan a detectar anormalidades en la forma de la tiroides y evaluar la extensión del cáncer a otros órganos
- Citología y biopsia – Procedimientos en el que se toma una muestra de células o tejido de la tiroides para examinarla bajo el microscopio y evaluar la presencia de células cancerosas y el tipo específico de cáncer de tiroides
El tratamiento del cáncer de tiroides depende de varios factores, como la etapa al diagnóstico, el tipo de cáncer de tiroides y las características de cada paciente.
El plan terapéutico puede incluir:
- Vigilancia activa – Algunas personas con carcinomas papilares muy pequeños pueden no recibir tratamiento inmediatamente y, en su lugar, monitorear el estado del cáncer mediante análisis de sangre y ultrasonidos del cuello periódicos
- Cirugía (tiroidectomía, lobectomía) – Permite retirar el tumor
- Cirugía de ganglios – Permite retirar los ganglios linfáticos cercanos al tumor
- Yodo radiactivo – Promueve la muerte de las células cancerosas en la zona del tumor y otras partes del cuerpo
- Hormona tiroidea – Tras una cirugía en la que se remueve la tiroides (tiroidectomía) es necesario tomar pastillas de hormona tiroidea (levotiroxina) para mantener un metabolismo normal y disminuir el riesgo de que el cáncer regrese
- Radioterapia – Tratamiento con radiación dirigida que destruye células cancerosas en zonas cercanas a la tiroides
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida para detener la multiplicación y promover la destrucción de las células cancerosas en pacientes con ciertos subtipos de cáncer de tiroides
- Quimioterapia – Medicamentos usados en ocasiones para promover la muerte de las células cancerosas en la zona del tumor y otras partes del cuerpo
Nuestros especialistas del Instituto de Oncología de TecSalud se dedican a brindarte las mejores opciones de tratamiento desde un enfoque multidisciplinario y teniendo en cuenta tus necesidades y preferencias personales.
Cáncer del sistema nervioso central
El cáncer del sistema nervioso central se origina en el cerebro o en la médula espinal. Ocurre cuando las células en alguno de estos sitios acumulan errores o mutaciones en su ADN, de modo que comienzan a multiplicarse sin control y forman un tumor. Rara vez, estas células pueden tener la capacidad de invadir otras estructuras u órganos del cuerpo. Usualmente, no se conoce con precisión cuál es la causa de las mutaciones en el ADN de las células.
Alrededor de una tercera parte de los casos de cáncer del sistema nervioso central inician en las células de las meninges (meningioma), otra tercera parte se originan en las células de la glía (glioma), mientras que el resto se desarrolla en otros tipos de células.
Es importante notar que cuando se encuentra cáncer en el sistema nervioso central, en la mayoría de los casos consiste en metástasis, es decir, cáncer que inició en otra parte del cuerpo y se propagó al cerebro o la médula espinal. Estas metástasis no son cáncer del sistema nervioso central, sino que reciben el nombre del órgano en donde se desarrolló originalmente el cáncer.
La mayoría de las personas con cáncer del sistema nervioso central no presentan ningún factor de riesgo o causa evidente del cáncer. Sin embargo, los siguientes son algunos factores que pueden aumentar las probabilidades de desarrollarlo:
- Exposición a radioterapia durante la niñez
- Historia familiar de cáncer en el cerebro o la médula espinal
- Ciertos síndromes hereditarios, como neurofibromatosis tipo 2, esclerosis tuberosa, síndrome de Li-Fraumeni, síndrome de von Hippel-Lindau, síndrome de Turcot, síndrome de Cowden
- Sistema inmune debilitado (ej. inmunodeficiencia congénita, infección por virus de la inmunodeficiencia humana [VIH] o síndrome de inmunodeficiencia adquirida [SIDA], tratamiento con quimioterapia o esteroides)
Hasta la fecha, no se cuenta con métodos de prevención o estudios para la detección temprana del cáncer del sistema nervioso central. Por eso, es fundamental acudir a valoración médica en caso de presentar algún signo o síntoma sospechoso.
En las personas con ciertos síndromes hereditarios que predisponen a cáncer del sistema nervioso central, podrían recomendarse revisiones y estudios de detección temprana específicos de forma periódica para encontrar el cáncer en etapas iniciales.
Los datos más frecuentes de cáncer del sistema nervioso central son:
- Dolor de cabeza o de espalda
- Náusea o vómito
- Visión borrosa
- Problemas de balance o equilibrio
- Cambios en la personalidad o el comportamiento
- Cambios en el habla o el lenguaje
- Convulsiones
- Somnolencia
- Coma
Dependiendo de la localización exacta del tumor, pueden presentarse otros síntomas específicos, tales como:
- Debilidad o adormecimiento en una parte de un solo lado del cuerpo
- Pérdida de audición en uno o ambos oídos
- Debilidad de algunos músculos faciales
- Problemas para hablar o para comprender palabras
- Dificultad para tragar
- Dificultad para caminar
- Dificultad para realizar movimientos precisos con los brazos o las piernas
- Adormecimiento, pérdida de sensación o debilidad de los brazos o las piernas
- Pérdida del control de los esfínteres
Para confirmar el diagnóstico se requiere una serie de estudios, que pueden incluir:
- Exploración física
- Estudios de imagen (resonancia magnética, tomografía computarizada, PET-CT) – Ayudan a detectar anormalidades en el cerebro o la médula espinal y a evaluar la extensión del cáncer a otros órganos
- Biopsia – Permite tomar una muestra de tejido del tumor para examinarla bajo el microscopio y evaluar la presencia de células cancerosas
- Punción lumbar – Procedimiento que extrae una muestra de líquido cefalorraquídeo para evaluar la presencia de células cancerosas
El plan de tratamiento del cáncer del sistema nervioso central se determina con base en varios factores, incluyendo la localización del cáncer, el tipo específico de cáncer, la etapa al diagnóstico y las características de cada paciente.
Los tratamientos pueden incluir:
- Cirugía – Permite retirar el tumor (cuando es posible) o ayudar a aliviar síntomas
- Radioterapia – Tratamiento con radiación dirigida que induce la muerte de las células cancerosas
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida para destruir células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de cáncer del sistema nervioso central, o que impiden el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos para evitar que las células cancerosas se multipliquen y diseminen
- Quimioterapia – Medicamentos usados en ocasiones para promover la muerte de las células cancerosas en la zona del tumor y otras partes del cuerpo
- Esteroides y antiepilépticos – Medicamentos que no tratan el cáncer directamente, pero ayudan a aliviar síntomas
En el Instituto de Oncología de TecSalud, nuestro equipo multidisciplinario de especialistas se compromete a ofrecerte las opciones de tratamiento más adecuadas, considerando tus características y prioridades individuales.
Melanoma
El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina en las células llamadas melanocitos, las cuales producen el pigmento que da color a la piel. Cuando estas células desarrollan alteraciones (llamadas mutaciones) en su ADN, empiezan a multiplicarse descontroladamente, lo que lleva a la formación de un tumor que puede tener la capacidad de invadir otras partes del cuerpo.
Usualmente es difícil determinar la causa exacta de estas mutaciones en el ADN de los melanocitos. Sin embargo, se ha observado que la radiación ultravioleta (rayos UV) está estrechamente relacionada al melanoma, ya que puede ocasionar daños en los genes que controlan el crecimiento y la multiplicación de las células de la piel.
De forma general, existen tres tipos de melanoma según el sitio en donde se desarrolla: piel (melanoma cutáneo); mucosa de la nariz, boca, esófago, recto, tracto urinario o vagina (melanoma de mucosas); u ojos (melanoma ocular). Estos 3 tipos de melanoma presentan grandes diferencias a nivel molecular, así como en su comportamiento clínico y modalidades de tratamiento.
Aunque es menos común que otros tipos de cáncer de piel, el melanoma suele ser más agresivo debido a que se asocia a una mayor probabilidad de propagarse o metastatizar a otros órganos.
Los factores que pueden elevar las probabilidades de desarrollar melanoma incluyen:
- Exposición a radiación ultravioleta (rayos UV), ya sea directamente del sol o por camas de bronceado
- Tener muchos lunares
- Piel blanca, cabello pelirrojo o rubio, ojos azules o verdes
- Piel que presenta pecas o se quema fácilmente con el sol
- Historia familiar de melanoma en madre o padre, hermana o hermano, hija o hijo
- Historia personal de cáncer de piel
- Sistema inmune debilitado (ej. cáncer, infección por virus de la inmunodeficiencia humana [VIH] o síndrome de inmunodeficiencia adquirida [SIDA], tratamiento con quimioterapia o esteroides)
- Ciertos síndromes hereditarios, como xerodermia pigmentosa
Aunque no existen medidas para prevenir el melanoma, es posible reducir el riesgo de desarrollarlo al:
- Limitar la exposición a la radiación ultravioleta (rayos UV)
- Usar bloqueador solar y ropa protectora en caso de exponerse al sol
- Evitar el uso de camas de bronceado
- Revisar la piel con regularidad para identificar cambios en lunares existentes o aparición de nuevos lunares
Actualmente no se cuenta con estudios para la detección temprana del melanoma. Sin embargo, es importante que cada persona esté familiarizada con la apariencia de su piel con el fin de que pueda identificar cambios sospechosos y acudir a valoración dermatológica de forma temprana.
En caso de tener algún familiar con melanoma es importante discutir con el equipo médico la posibilidad de realizar un estudio genético. En personas en quienes se encuentra alguna mutación en genes como CDKN2A, las recomendaciones de detección temprana y reducción de riesgo pueden variar y es importante consultarlas con un especialista en dermatología.
El principal signo de melanoma es la aparición de un lunar o mancha anormal o distinta al resto de los lunares en la piel o el cambio en el tamaño, la forma o el color de un lunar ya existente. Los lunares con cualquiera de las siguientes características pueden ser un signo de melanoma:
- A: Asimetría en la forma del lunar
- B: Bordes irregulares, dentados, borrosos o poco definidos
- C: Color no uniforme, con sombras de diferentes tonos de café o negro, en ocasiones con manchas rosas, rojas, azules o blancas
- D: Diámetro mayor de 6 milímetros de ancho, aunque también puede haber melanomas más pequeños
- E: Evolución o cambio en el tamaño, la forma o el color del lunar
Otros signos que pueden asociarse a melanoma incluyen:
- Llaga o úlcera que no sana
- Enrojecimiento o inflamación del borde de un lunar y la piel alrededor
- Comezón, sensibilidad o dolor en un lunar
- Cambio en la superficie de un lunar, como descamación, secreción de líquido, sangrado o aparición de una protuberancia o bulto
Es fundamental acudir a una evaluación dermatológica si se presenta alguno de estos datos o en caso de cualquier cambio en la piel o aparición de un nuevo lunar distinto al resto de los lunares.
El diagnóstico de melanoma suele realizarse a partir de los signos y síntomas. Algunas evaluaciones para complementar el diagnóstico pueden incluir:
- Exploración física
- Biopsia de piel – Permite tomar una muestra de la zona de la piel donde se sospecha melanoma para evaluar bajo el microscopio la presencia de células cancerosas y determinar si tienen ciertas mutaciones genéticas o marcadores que pueden guiar el tratamiento
- Estudios de imagen (radiografía de tórax, ultrasonido, tomografía computarizada, resonancia magnética, PET-CT) – Solicitados en algunos casos para evaluar la extensión del cáncer a otros órganos
Para definir el tratamiento del melanoma se deben considerar diversos factores, incluyendo la etapa al diagnóstico, la presencia de ciertos marcadores en las células cancerosas y las características de cada paciente.
Las opciones de tratamiento pueden incluir:
- Cirugía – Permite retirar el tumor y los ganglios linfáticos cercanos
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida sobre ciertas mutaciones en las células cancerosas para detener su multiplicación y promover su destrucción en casos específicos
- Inmunoterapia – Medicamentos que activan el sistema inmune para localizar y atacar a las células cancerosas en casos específicos
- Radioterapia - Tratamiento con radiación dirigida que destruye células cancerosas, indicada para sitios con riesgo alto de recurrencia o regreso del cáncer o en lesiones no sintomáticas donde el cáncer se propagó (metástasis)
Recibir un tratamiento adecuado es clave para mejorar el pronóstico y la calidad de vida. En el Instituto de Oncología de TecSalud, la prioridad de nuestros expertos es ofrecerte un plan de tratamiento óptimo, integral y personalizado según tus características, necesidades y prioridades individuales.
Leucemia
La leucemia es el principal tipo de cáncer diagnosticado en niños y adolescentes. Sin embargo, ciertos tipos de leucemia afectan con mayor frecuencia a adultos.
En términos generales, esta enfermedad se origina en la médula ósea cuando las células precursoras de las células de la sangre acumulan errores o mutaciones en su ADN. Esto les permite multiplicarse descontroladamente y adquirir la capacidad de propagarse e invadir otras partes del cuerpo. En la mayoría de los casos, no es posible identificar la causa exacta de las mutaciones en el ADN de las células.
Existen diferentes tipos de leucemia, dependiendo de:
- La velocidad con la que progresa (aguda o crónica)
- Las leucemias agudas progresan rápidamente y necesitan un tratamiento inmediato
- Las leucemias crónicas pueden tomar un mayor tiempo para ocasionar molestias, pero suelen ser más difíciles de curar que las leucemias agudas
- Las células en las que comienza (linfoide o mieloide)
- La leucemia linfoide se origina en las células precursoras de un tipo de glóbulos blancos llamado linfocitos
- La leucemia mieloide se origina en las células precursoras de los glóbulos rojos, plaquetas y glóbulos blancos (excepto los linfocitos)
Los 4 principales tipos de leucemia son:
- Leucemia linfocítica o linfoblástica aguda
- Representa alrededor del 75% de los casos de leucemia en la niñez y la adolescencia, pero también puede afectar a adultos
- Es más común en niños entre 2-5 años y adultos mayores a 50 años
- Leucemia mieloide aguda
- Representa alrededor de 1/3 parte de los casos de leucemia en adultos y casi 25% de los casos de leucemias en niños y adolescentes
- Es más común en personas mayores a 70 años
- Leucemia linfocítica crónica
- Representa alrededor de 1/3 parte de los casos de leucemia en adultos y rara vez se diagnostica durante la niñez y la adolescencia
- Es más común en personas mayores de 70 años
- Leucemia mieloide crónica
- Representa alrededor del 15% de los casos de leucemia en adultos y rara vez se diagnostica durante la niñez y la adolescencia
- Es más común en personas mayores a 60 años
El tipo de leucemia es uno de los principales factores que influyen en el pronóstico y las opciones de tratamiento de cada paciente. La mayoría de las leucemias diagnosticadas durante la niñez y la adolescencia son agudas, mientras que las leucemias crónicas suelen afectar con mayor frecuencia a adultos.
En general, la leucemia es un poco más común en hombres que en mujeres.
Los principales factores que aumentan el riesgo de leucemia son:
- Ciertos síndromes hereditarios, como síndrome de Down, síndrome de Li-Fraumeni, síndrome de Klinefelter, síndrome de ataxia-telangiectasia, síndrome de Wiskott-Aldrich, entre otros
- Historia familiar de leucemia en alguna hermana o hermano
- Tratamiento con esteroides para trasplante de órganos
- Exposición a radioterapia
- Exposición a ciertos tipos de quimioterapia
- Infección por el virus linfotrópico de células T humanas tipo 1 (HTLV-1)
- Tabaquismo
- Ciertas enfermedades de la sangre, como policitemia vera, síndrome mielodisplásico, mielofibrosis idiopática, entre otras
Debido a que hay pocos factores de riesgo conocidos para este tipo de cáncer, las medidas para prevenir o reducir las probabilidades de desarrollar leucemia son limitadas. De manera general, se recomienda evitar o suspender el tabaquismo para disminuir el riesgo de varios tipos de cáncer.
En la actualidad, tampoco se cuenta con estudios para la detección temprana de este tipo de cáncer. Por lo tanto, el diagnóstico se basa en los signos y síntomas y es fundamental buscar atención médica pronta en caso de notar algún dato sospechoso.
En muchos casos, la leucemia puede ser asintomática. En caso de presentarse, los principales signos y síntomas pueden incluir:
- Fatiga o debilidad constante
- Sensación de frío
- Mareo
- Dificultad para respirar
- Piel pálida
- Infecciones frecuentes o difíciles de curar
- Fiebre que no es causada por una infección
- Aparición de moretones o sangrados fácilmente
- Sangrado nasal frecuente o severo
- Sangrado, inflamación o dolor de las encías
- Dolor de huesos o articulaciones
- Hinchazón o inflamación del abdomen, los brazos o la cara
- Hinchazón o inflamación de los ganglios linfáticos
- Dolor de cabeza, convulsiones o vómito
- Pérdida de peso no intencional o pérdida del apetito sin explicación
Para confirmar el diagnóstico, pueden ser necesarias algunas de las siguientes evaluaciones:
- Exploración física
- Biometría hemática – Análisis de sangre que ayuda a determinar el recuento de los diferentes tipos de células de la sangre
- Frotis de sangre – Análisis en el que se observa una muestra de sangre bajo el microscopio para evaluar la presencia de células anormales o cancerosas
- Biopsia y aspirado de médula ósea – Permite tomar una muestra de la médula ósea para examinar bajo el microscopio la presencia de células cancerosas y determinar el tipo específico de leucemia
- Punción lumbar – Procedimiento que extrae una muestra de líquido cefalorraquídeo para evaluar la presencia de células cancerosas que pudieron haberse propagado
- Estudios de imagen (radiografía de tórax, ultrasonido, tomografía computarizada, resonancia magnética) – Ayudan a detectar anormalidades en los ganglios linfáticos, el timo, el bazo o el hígado y a evaluar la extensión del cáncer a otras partes del cuerpo
El plan de tratamiento debe diseñarse considerando diversos factores, incluyendo el tipo de leucemia, la etapa de la enfermedad y las características de cada paciente.
Los tratamientos pueden incluir:
- Quimioterapia – Medicamentos que promueven la muerte de las células cancerosas
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida para destruir células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de leucemia
- Inmunoterapia – Medicamentos que activan el sistema inmune para destruir a las células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de leucemia
- Trasplante de médula ósea – Permite usar dosis más altas de quimioterapia para aumentar las probabilidades de curación en casos específicos de pacientes con leucemia
El equipo de especialistas del Instituto de Oncología de TecSalud se dedica a ofrecerte las opciones de tratamiento más actualizadas e ideales desde un enfoque multidisciplinario, personalizado e integral.
Linfoma
El linfoma se origina de los linfocitos, un tipo de glóbulos blancos del sistema inmune. Cuando estas células acumulan errores en su ADN (mutaciones), adquieren la capacidad de multiplicarse sin control y de propagarse a diferentes partes del cuerpo. En la mayoría de los casos, no es posible determinar la causa precisa de estas mutaciones en el ADN de las células.
Existen 2 principales tipos de linfoma:
- Linfoma de Hodgkin
- Se origina de los linfocitos B
- Representa alrededor del 1% del total de casos de cáncer en adultos y 5-6% del total de casos de cáncer en niños y adolescentes
- Suele ser curable
- Linfoma no Hodgkin
- Se origina más frecuentemente de los linfocitos B, pero también puede originarse de los linfocitos T
- Representa alrededor del 3-4% del total de casos de cáncer en adultos y 7-9% del total de casos de cáncer en niños y adolescentes
- La posibilidad de curación depende del tipo particular de linfoma
El tipo específico de linfoma, las células en las que comenzó y la apariencia de las células cancerosas bajo el microscopio son de los principales factores que influyen en el pronóstico y las opciones de tratamiento de cada paciente.
El linfoma afecta más comúnmente a adultos. Sin embargo, también puede diagnosticarse durante la niñez y la adolescencia. En estas edades, el linfoma no Hodgkin suele presentarse principalmente en niños pequeños, mientras que el linfoma de Hodgkin afecta con mayor frecuencia a niños más grandes y adolescentes.
En general, el linfoma es un poco más frecuente en hombres que en mujeres.
Los siguientes factores pueden aumentan las probabilidades de desarrollar linfoma:
-
- Edad entre 20-29 años o mayor a 55 años
- Infección por el virus de Epstein-Barr (mononucleosis), el virus linfotrópico de células T humanas tipo 1 (HTLV-1) o el virus del herpes humano tipo 8
- Sistema inmune debilitado por infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)
- Tratamiento con esteroides tras un trasplante de órganos
- Ciertas enfermedades autoinmunes, como artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Sjögren, enfermedad celíaca, entre otras
- Ciertos síndromes hereditarios, como síndrome de ataxia-telangiectasia, síndrome de Wiskott-Aldrich, entre otros
- Historia familiar de linfoma no Hodgkin en madre o padre, hermana o hermano, hija o hijo
- Tratamiento previo para linfoma de Hodgkin (aumenta el riesgo de linfoma no Hodgkin)
- Exposición a radioterapia
- Infección crónica por Helicobacter pylori, Chlamydophila psittaci, Campylobacter jejuni o virus de la hepatitis C
No existen medidas para prevenir o reducir las probabilidades de desarrollar linfoma, ya que hay pocos factores de riesgo conocidos para este tipo de cáncer.
Debido a que la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se asocia a un mayor riesgo de desarrollar linfoma, se puede limitar el riesgo al prevenir el contagio de VIH (ej. evitar el uso de drogas intravenosas y evitar las relaciones sexuales sin protección o con múltiples parejas sexuales).
Actualmente, no se cuenta con estudios para la detección temprana del linfoma. Por lo tanto, el diagnóstico se basa en los signos y síntomas y es fundamental buscar atención médica pronta en caso de notar algún dato sospechoso.
Aunque en ocasiones puede no ocasionar molestias, el linfoma suele provocar varios de los siguientes signos y síntomas:
- Inflamación de uno o varios ganglios linfáticos (bulto o protuberancia en el cuello, debajo del brazo o en la ingle, que usualmente no causa dolor y puede crecer con el tiempo)
- Fatiga o debilidad constante
- Fiebre que no es causada por una infección
- Fiebre intermitente durante varias semanas
- Sudoración profusa durante la noche
- Pérdida de peso no intencional
- Pérdida del apetito sin explicación
- Sensación de saciedad tras ingerir pequeñas cantidades de comida
- Hinchazón o inflamación del abdomen
- Infecciones frecuentes o difíciles de curar
- Aparición de moretones o sangrados fácilmente
- Comezón persistente en alguna zona de la piel
- Tos persistente o dificultad para respirar
- Dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, cambios de personalidad o convulsiones
Es importante notar que tener algunos de estos signos y síntomas no significa necesariamente que se tiene linfoma, ya que pueden deberse a una infección u otras enfermedades. Para confirmar el diagnóstico es necesario realizar una serie de evaluaciones, las cuales pueden incluir:
- Exploración física
- Biometría hemática – Análisis de sangre que ayuda a determinar el recuento de los diferentes tipos de células de la sangre
- Biopsia – Permite tomar una muestra del ganglio linfático sospechoso para examinar bajo el microscopio la presencia de células cancerosas y determinar el tipo específico de linfoma
- Punción lumbar – Procedimiento que extrae una muestra de líquido cefalorraquídeo para evaluar la presencia de células cancerosas que pudieron haberse propagado
- Estudios de imagen (radiografía de tórax, ultrasonido, tomografía computarizada, resonancia magnética, PET-CT) – Ayudan a detectar anormalidades en los ganglios linfáticos y a evaluar la extensión del cáncer a otras partes del cuerpo
El tratamiento del linfoma se debe determinar tras considerar varios factores, incluyendo el tipo específico de linfoma, la etapa de la enfermedad y las características de cada paciente.
Las opciones de tratamiento pueden incluir:
- Quimioterapia – Medicamentos que promueven la muerte de las células cancerosas
- Radioterapia – Tratamiento con radiación dirigida que destruye células cancerosas en zonas cercanas al tumor
- Inmunoterapia – Medicamentos que ayudan al sistema inmune a reconocer y destruir a las células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de linfoma
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida para destruir células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de linfoma no Hodgkin
- Trasplante de médula ósea – Permite usar dosis más altas de quimioterapia para aumentar las probabilidades de curación en casos específicos de pacientes con linfoma
- Cirugía – Puede ser una opción en algunos pacientes con linfoma no Hodgkin que afecta el bazo, la tiroides o el estómago y que no se ha propagado a otras partes del cuerpo
En el Instituto de Oncología de TecSalud, nuestro equipo multidisciplinario de especialistas está comprometido con brindarte un plan de tratamiento óptimo e integral, adaptado a tus necesidades y prioridades personales.
Sarcoma
El término sarcoma engloba diversos tipos de cáncer que se originan en huesos (osteosarcoma), cartílagos (condrosarcoma) o en los tejidos blandos, como músculo, tendones, grasa, vasos sanguíneos, vasos linfáticos y nervios (sarcoma de tejidos blandos). Los sarcomas se pueden desarrollar en diferentes partes del cuerpo, principalmente en los brazos o las piernas.
En general, el cáncer inicia cuando las células de algún tejido u órgano sufren alteraciones en su ADN (mutaciones) que les permiten crecer y multiplicarse sin control. Con el tiempo, esto lleva a la formación de un tumor que puede tener la capacidad de propagarse a otras partes del cuerpo. En la mayoría de los casos no es posible identificar la causa exacta de estas mutaciones.
Los sarcomas son poco frecuentes, representando alrededor del 1-2% del total de casos de cáncer.
Algunos factores que pueden aumentar el riesgo de osteosarcoma son:
- Sexo masculino
- Edad entre 10-30 años o mayor a 60 años
- Exposición a radioterapia
- Ciertos padecimientos en los huesos, como enfermedad ósea de Paget, osteocondromatosis hereditaria y displasia fibrosa
- Ciertos síndromes hereditarios, como retinoblastoma hereditario, síndrome de Li-Fraumeni, síndrome de Rothmund-Thomson, entre otros
Los factores de riesgo de condrosarcoma incluyen:
- Edad adulta, aunque puede ocurrir a cualquier edad
- Ciertos padecimientos caracterizados por tumores benignos del cartílago (encondromas), como enfermedad de Ollier o síndrome de Maffucci
En cuanto al sarcoma de tejidos blandos, se han identificado los siguientes factores de riesgo:
- Ciertos síndromes hereditarios, como retinoblastoma hereditario, neurofibromatosis tipo 1, síndrome de Li-Fraumeni, entre otros
- Exposición a radioterapia
- Linfedema crónico (acumulación prolongada de líquido linfático debido a un bloqueo o daño en el sistema linfático)
- Exposición a arsénico o ciertos químicos de la industria del plástico
- Exposición al virus del herpes humano tipo 8 o virus del sarcoma de Kaposi
Actualmente no existen medidas para reducir el riesgo de padecer sarcomas, ya que la mayoría de los factores de riesgo no son modificables o controlables.
De forma similar, tampoco se cuenta con estudios para la detección temprana de este tipo de cáncer. Por lo tanto, es esencial buscar atención médica pronta en caso de presentar algún signo o síntoma sospechoso con el fin de lograr un diagnóstico temprano.
Usualmente es posible diagnosticar los sarcomas en etapas iniciales debido a que provocan signos y síntomas notorios que motivan la búsqueda de atención médica. Los datos más comunes son:
- Masa o bulto en alguna parte del cuerpo, con o sin dolor
- Dolor o inflamación de algún hueso o articulación
- Fractura súbita de un hueso tras una lesión mínima o sin sufrir una lesión
- Dolor abdominal que no mejora
- Vómito con sangre
- Evacuaciones con sangre o negras
- Pérdida de peso no intencional
Es fundamental acudir a una evaluación médica si se presenta alguno de estos datos.
En caso de que se sospeche un diagnóstico de sarcoma se requiere realizar una serie de estudios, los cuales pueden incluir:
- Exploración física
- Estudios de imagen (radiografía, ultrasonido, tomografía computarizada, resonancia magnética, gammagrafía ósea, PET-CT) – Ayudan a detectar anormalidades en algún hueso o tejido blando y a evaluar la extensión del cáncer a otros órganos
- Biopsia – Permite tomar una muestra del tejido donde se sospecha cáncer para examinar bajo el microscopio la presencia de células cancerosas y determinar el tipo específico de sarcoma.
El plan de tratamiento se determina dependiendo de varios factores, incluyendo la localización y el tipo de sarcoma, la etapa al diagnóstico y las características de cada paciente.
Los tratamientos pueden incluir:
- Cirugía – Permite retirar el tumor
- Cirugía de ganglios – Permite retirar los ganglios linfáticos cercanos al tumor
- Radioterapia – Tratamiento con radiación dirigida que destruye células cancerosas en zonas cercanas al tumor
- Quimioterapia – Medicamentos que promueven la muerte de las células cancerosas en la zona del tumor y otras partes del cuerpo
- Terapias blanco – Medicamentos que actúan de forma dirigida para destruir células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de sarcoma, o que impiden el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos para evitar que las células cancerosas se multipliquen y diseminen
- Inmunoterapia – Medicamentos que activan el sistema inmune para localizar y atacar a las células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de sarcoma
- Terapias ablativas – Procedimientos que usan frío o calor focalizado para destruir a las células cancerosas en pacientes con ciertos tipos de sarcoma
Nuestros especialistas en el Instituto de Oncología de TecSalud trabajan para brindarte las mejores opciones de tratamiento, desde un enfoque multidisciplinario, integral y centrado en tus necesidades y prioridades personales.
Cáncer pediátrico
En México, cada año se diagnostican alrededor de 7000 casos nuevos de cáncer en niños y adolescentes desde el nacimiento hasta los 19 años.
Al igual que en la edad adulta, durante la niñez y la adolescencia el cáncer se puede desarrollar en cualquier parte del cuerpo. Esta enfermedad inicia cuando las células de algún tejido u órgano acumulan errores o mutaciones en su ADN. Con el tiempo, estas células se vuelven cancerosas y adquieren la habilidad de multiplicarse sin control e incluso propagarse e invadir otras partes del cuerpo. En la mayoría de los casos no es posible identificar la causa exacta de estas mutaciones en el ADN de las células.
Los tipos de cáncer más frecuentes o que suelen diagnosticarse más comúnmente durante la niñez y la adolescencia incluyen:
- Leucemia
- Cáncer del sistema nervioso central
- Cáncer de testículo
- Linfoma (linfoma no Hodgkin o linfoma de Hodgkin)
- Cáncer de tiroides
- Retinoblastoma
- Tumor de Wilms
- Neuroblastoma
- Hepatoblastoma
- Osteosarcoma
- Sarcoma de Ewing
En la mayoría de los casos, el cáncer pediátrico es curable si se realiza un diagnóstico oportuno y se recibe un tratamiento adecuado.
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